Introducción

 Las nodrizas han sido una figura clave en la sociedad europea del siglo XIX. Bien fuera por necesidad o por pura vanidad, sectores cada vez más amplios de la sociedad europea recurrieron a una nodriza para criar a sus hijos. Si bien el empleo de amas de cría fue durante mucho tiempo patrimonio casi exclusivo de los sectores aristocráticos de la población, a partir del siglo XIX el empleo de "madres mercenarias" afectó al resto de las capas sociales, comerciantes, artesanos, empleados e incluso obreros.


(Autora: Beatriz del Río)

De esta manera, no es de extrañar que, por ejemplo, en los últimos años del siglo XIX, aproximadamente uno de cada dos niños nacidos en París fuera confiado a una nodriza. Esto explica que el oficio de ama de cría se hubiera convertido en una floreciente industria, constituyendo en algunos lugares la principal fuente de riqueza de sus habitantes. Cada vez eran más las mujeres que, apenas habían dado a luz, abandonaban su localidad para trasladarse a la capital y colocarse como ama de cría.



Sin embargo, es difícil encontrar un oficio tan solicitado y que, a pesar de ello, haya sido tan denostado como el de las nodrizas. Estas son presentadas como seres desnaturalizados, codiciosos, mentirosos, sucios, ignorantes, perversos, ariscos, perezosos y un largo etcétera. Una crítica despiadada, feroz, que elevaba a las nodrizas a la categoría de "enemigo público", de enemigo del Estado, más letales incluso que las guerras y las epidemias.

(Autora: Beatriz del Río)




En Francia, por ejemplo, eran consideradas responsables de la muerte de entre 100.000 y 120.000 inocentes al año; y los que no morían quedaban en un estado tal de debilidad que no lograban alcanzar un normal desarrollo físico ni moral. Las nodrizas habían abierto en el cuerpo de la nación francesa una profunda herida por la cual se desangraba, corriendo el riesgo de desaparecer.





No hay comentarios:

Publicar un comentario